Trabajo Gig
La
generación de empleo formal por el sector privado es cada vez menos frecuente
en Argentina por su excesivo costo, producto de las excesivas cargas sociales
involucradas sumado a la falta de consolidación de la incipiente recuperación
económica.
Por lo
cual al desempleado, ya sea por pérdida de un empleo anterior o por hacer sus
primeras armas en el mercado laboral, el trabajo independiente o autónomo le
aparece casi como la única alternativa en caso de no poder conchabarse en el
sector público, ya sea nacional, provincial o municipal.
Bajo
la nueva economía digital surge una tendencia como los empleos gig
caracterizados por su fugacidad y brevedad, los cuales ya han recibido sus
primeras críticas por carecer de las seguridades propias del empleo formal. No
obstante dicha modalidad de precariedad se condice con la preocupante realidad
de la informalidad del empleo que presenta Argentina y que roza el 35 % de la
fuerza laboral.
El
término gig es un término anglosajón y responde a la modalidad que utilizaban
las bandas musicales para las actuaciones de pocas horas en un pub, y que se ha
mudado al mundo laboral y a los trabajos esporádicos que cada vez ocupan más
áreas de la economía actual.
Sin
dudas que Argentina cuenta con un gran potencial humano que puede llevar a
subirla a la ola de la era digital, siempre que el gobierno adopte la decisión
de apoyar la rápida inserción de los recursos humanos de estas nuevas
generaciones a la sociedad del conocimiento del mundo que se está viniendo.
Estas
nuevas generaciones, conocidas como millenials y generación Z, los primeros
nacidos entre 1980 y 2000 y los últimos después del 2000, tienen aspiraciones y
valores que se diferencian de los de las generaciones anteriores, entre los que
se destacan la preferencia por la cultura del emprendeurismo y una propensión a
la rotación de sus trabajos en busca de nuevos valores sociales y de satisfacción personal, que en muchos
casos no coinciden con parámetros remunerativos ni con premisas que han venido
guiando a las generaciones precedentes.
La
inserción bajo esta modalidad para que sea provechosa conlleva la imperiosa adecuación de los contenidos educativos
debiendo hacerse especial hincapié en las áreas de matemática, programación,
estadísticas, iniciación a la ciencia de los datos, etc.
Esta
precariedad laboral no debe establecer como política de estado, sino como banco
de prueba para aquellos miembros de las nuevas generaciones que cuenten con las
capacidades requeridas para insertarse dentro de las nuevas tendencias de la
competitiva economía digital mundial. Esta fuerza laboral por más que no
resulte tan desprotegida en virtud de sus potencialidades futuras deberá contar con el suficiente apoyo estatal
(seguro de desempleo y de enfermedad, aportes jubilatorios) desde el momento
que no solo está aliviando el costo público, que significaría para el Estado
hacerse cargo de esa mano de obra calificada en caso de estar ociosa, sino que
resulta una fuerza de atracción de exportación de servicios formalizados como
encargos de trabajos de corto tiempo que va a implicar un ingreso de divisas
para el país.
Esta modalidad moderna de trabajo individual es una alternativa valedera para un escenario como
el local que presenta el mayor costo laboral del mundo, lo cual no sólo le quita competitividad a la
economía argentina sino que solo beneficia a estructuras paquidérmicas del
pasado, que mantienen su status quo legitimados en su supuesto rol de
defensores de los derechos de los trabajadores por más que al no dignarse a
evaluar opciones superadoras para la generación de empleo perjudican a la masa
de individuos cuyos derechos deberían tutelar.
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